La Fábula para las Comuniones ya está escrita. Tengo que reconocer que acabarla, me ha costado un montón, y no por falta de ideas (por suerte o por desgracia, mis pajarillos cantan a todas horas) sino por torpeza para expresarlas. Y es que aunque el lenguaje y yo nunca hemos estado demasiado compenetrados, últimamente nuestras desavenencias, me hacen sufrir a base de bien. Quizá sea porque escribo a diario, o porque me exijo más, o porque sencillamente la mollera se me está cerrando. No lo sé. Sin embargo y gracias al empeño que le pongo, he quedado bastante satisfecha con el resultado, y ahora, lo que toca es decidir qué ilustraciones encargamos a Depeapá, qué formato, tipo de papel y letra utilizamos, cómo maquetamos el conjunto…¡¡Uf!! ¡Cuánto trabajo para conseguir que esta Fábula sea un regalo de Comunión muy pero que muy especial!
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